Los cuerpos extraños corneales son el resultado de un material incrustado en el tejido corneal. Los cuerpos extraños corneales ocurren frecuentemente en el lugar de trabajo, involucrando a soldadores, trabajadores metalúrgicos, pacientes que usan herramientas eléctricas, mecánicos que trabajan debajo de automóviles y personas que trabajan con madera. Aunque el uso de gafas de seguridad ha aumentado, un estudio encontró que el 45% de los pacientes que se presentan con cuerpos extraños metálicos realmente usaban protección para los ojos. Siempre es necesario acudir a realizar un examen ocular completo, incluida la eversión del párpado, para detectar cualquier material retenido.
Los cuerpos extraños generalmente se dividen en dos clases: orgánicos e inorgánicos. Los cuerpos extraños orgánicos presentan un mayor riesgo de infección, ya que potencialmente representan una mayor amenaza de contaminación con bacterias y hongos. Sin embargo, debe tenerse en cuenta que los cuerpos extraños inorgánicos también pueden transportar microbios; por lo tanto, los antibióticos deben usarse en todo tipo de cuerpos extraños oculares.
Los pacientes pueden experimentar molestias leves o graves por cuerpos extraños corneales. Ciertos cuerpos extraños, como el vidrio, la piedra, el plástico y ciertos metales no son tóxicos y no inducen inflamación. Pero otros, como el hierro y el cobre son tóxicos a nivel celular, pueden inducir una reacción inflamatoria del tejido y deben eliminarse. La extracción de cualquier cuerpo extraño debe ir acompañada de irrigación de la herida si hay material retenido.
Es muy importante acudir con personal capacitado (Oftalmólogo) para el retiro de cuerpos extraños en los ojos, dado que es potencialmente peligroso que cualquier persona trate de retirarlos debido a que puede llegar a hacer más daño en nuestros ojos o inclusive llegar a perforarlos, de no realizar el procedimiento adecuadamente.
